Y es que, a muchos de nosotros
cuando en las películas y series de médicos sacan este aparato soltando
descargas nos sentimos llenos de adrenalina, pero ¿seríamos capaces de
utilizarlo en la vida real?
¡Vamos a ello!
Por definición, el desfibrilador es
un aparato sanitario capaz de examinar el ritmo cardíaco y determinar si este está alterado y por ello es necesario restablecerlo emitiendo una serie de descargas
eléctricas.
El desfibrilador nos permite
llevar a cabo dos técnicas:
- La desfibrilación en sí, que se centra en intentar
revertir el estado anómalo del corazón como por ejemplo una fibrilación ventricular o una taquicardia ventricular sin pulso, generado un ritmo alternativo efectivo.
- La cardioversión
que tiene como fundamento restablecer el ritmo cardíaco normal. Se utiliza para solucionar todo tipo de arritmias excepto la fibrilación ventricular. Puede ser programado o de urgencia.
Ambos fines se obtienen gracias a la liberación de una descarga/choque eléctrico torácico.
Existen diversos tipos de
desfibriladores: manuales, automáticos y semiautomáticos, y todos ellos diferentes
según sus marcas. Sin embargo, gracias a esta infografía de la página
Enfermería Creativa podemos conocer los rasgos más importantes de la anatomía
del desfibrilador.